Los primeros en desplegarse son los frescos acordes de salvia que se entremezclan con el narciso silvestre de Francia. Después de la explosión floral inicial, la fragancia se envuelve en un velo oscuro e intenso de vetiver de Haití, Uruguay y Madagascar. Las que más perduran en la piel son las cálidas notas de sándalo y cedro, cuya fusión con la adictiva vainilla confiere a la fragancia una profundidad y sensualidad inolvidables.